“Dialogue is our method, not as a shrewd strategy but out of fidelity to the One who never wearies of visiting the marketplace, even at the eleventh hour, to propose his offer of love”

Pope Francis

Recently, I had one of those days during which I felt like I needed to remind everyone how to tie their own shoes. It seemed as though I went from conversation to conversation, spelling out the most basic next steps and straightforward connections. Driving home I wondered, “Why doesn’t anyone care? Why isn’t anyone paying attention?” The next morning, since my wife away for work, I decided to get a head’s start on the gauntlet of getting four children out of the house. On the kitchen counter, there were four open lunchboxes each with a large post-it note inside. Tricia wrote out the menu for each kid complete with helpful footnotes such as “pasta in thermos, don’t forget a fork” or “grilled cheese – don’t cook it yet – babysitter will do later.” I consulted the lists no fewer than 19 times in the seeming eternity it took me to make those lunches. As I dropped off each kid, I wondered why I was already exhausted and when it became so hard to make a kid’s lunch. I told myself that there clearly must be something wrong with process or the kids’ needs are just over the top. Then I saw one of the post-it notes that had stuck to my passenger front seat –“You’re a great dad, have a wonderful day.”

While Tricia’s note was nice, what struck me was the post-it note and the reminder of the seemingly asinine documentation I required to make four lunches. I have my moments, but by and large I am a pretty tuned in dad. I pay attention. I am fairly educated. I have a somewhat complex job. And yet, even a simple task which I don’t usually do, required a lot of action plan and show how for me to be successful. As a Catholic leader, do I embrace the honor and responsibility it is to show how? Do I recognize that true accompaniment is not just a lecture, but a sacrifice of time? Perhaps the confused faces and frustration I experience isn’t so much a reflection of how little others care, but how much more I could care for them.

P.S. I have kept the post-it notes for future reference.

“El diálogo es nuestro método, no por astuta estrategia sino por fidelidad a Aquel que nunca se cansa de pasar una y otra vez por las plazas de los hombres hasta la undécima hora para proponer su amorosa invitación.””

Papa Francisco

Hace poco tuve uno de esos días cuando me sentía como que tenía que recordarles a todos hasta cómo debían amarrarse los zapatos. Parecía como que saltaba de una conversación a otra, como que tenía que explicar con lujo de detalle los pasos más básicos a seguir y lo más sencillo de asimilar. De camino a casa me pregunté: ¿Por qué será que a nadie le importa? ¿Por qué será que nadie presta atención? A la mañana siguiente, mi esposa no estaba pues se encontraba en el trabajo, entonces decidí adelantarme a la maratón de tratar de sacar a cuatro niños de la casa. En el mesón de la cocina encontré cuatro loncheras para el almuerzo abiertas con una nota adhesiva grande adentro. Tricia escribió el menú completo para cada uno de los niños con pie de páginas muy útiles, como por ejemplo “pasta en los termos, no olvidar empacar un tenedor” o “sándwich de queso, pero no lo cocines aún, pues la niñera lo hará más tarde”. Miré las listas más de 19 veces mientras sentía que me tomó una eternidad preparar esos almuerzos. Fui dejando a cada niño y me preguntaba por qué estaba tan exhausto ya, y en qué momento preparar un almuerzo para un niño se volvió tan difícil. Pensé que claramente había algún problema con el proceso o las necesidades de los niños eran un tanto desmesuradas. Luego encontré otra nota adhesiva pegada a mi asiento del pasajero que decía: “Eres un papá excelente, que tengas un día maravilloso.”

Aunque la nota de Tricia fue bonita, lo que me impactó fue la nota que parecía recordarme de manera tonta la documentación que yo necesitaba para preparar cuatro almuerzos. Yo tengo mis momentos, pero en general yo estoy muy sintonizado como padre. Pongo atención. Poseo bastante formación educativa. Tengo un trabajo un tanto complicado. Sin embargo, incluso una tarea sencilla que normalmente no hago me exigió un plan de acción fuerte y me enseño cómo lograrlo. Como un líder católico que soy, ¿acojo el honor y la responsabilidad de mostrar cómo hacerlo? ¿Reconozco que el verdadero acompañamiento no es simplemente una conferencia sino más bien que me exige un sacrificio de tiempo de mi parte? Quizás las caras confusas y la frustración que vivo no tienen nada que ver con que a las personas no les importe, sino más bien qué tanto más me deben importar a mi esas personas

Posdata: He guardado las notas adhesivas como referencia para el futuro.

by Daniel Cellucci

November 12, 2018




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